Aunque siempre se ha pensado que afecta algo más a los hombres que a las mujeres, la espondilitis anquilosante se detecta mucho más tarde en ellas, lo que podría provocar un acceso tardío al especialista y quizás peores condiciones a un tratamiento adecuado.
La proporción hombre mujer en espondilitis anquilosante es 2:1, sin embargo en la espondiloartritis axial radiográfica es 1:1, afectando de igual manera a ambos géneros. Además en la espondiloartritis axial no radiográfica se observa mayormente en pacientes más jóvenes (de la segunda y tercera década de la vida, 20-30 años) y su diagnóstico puede ser muy tardío, pasando desapercibida durante muchos años.
Los pacientes con características clínicas similares a los pacientes con espondilitis anquilosante y que muestran bien sacroilitis (inflamación de las articulaciones sacroiliacas, en la parte final de la espalda con las nalgas) en la resonancia magnética, deberían ser clasificados como personas con espondilitis axial no radiográfica para un correcto y adecuado tratamiento y seguimiento por parte del reumatólogo.
Hoy día las personas con espondilitis anquilosante tienen las mismas posibilidades de concebir que el resto, y comparten las dificultades para lograrlo: una de cada cinco parejas del mundo occidental tiene problemas en ese sentido que no están ligadas a la espondilitis anquilosante.
La consideración más importante que debes tener en cuenta es hablar con tu reumatólogo para que juntos podáis hacer una buena planificación del embarazo.
Es muy importante hablar con tu reumatólogo antes de planear un embarazo si estás tomando medicación para la espondilitis anquilosante. El médico podrá examinar que fármacos son idóneos para ti ayudándote a planificar el embarazo de manera adecuada.
En la espondilitis anquilosante, la mujer tiene igual de probabilidad de tener una mejoría de su enfermedad, empeoramiento o que se mantenga igual durante el curso de su embarazo.
Lo ideal es que la espondilitis no se encuentre activa en el momento en el que te quedas embarazada. La probabilidad de un brote después del parto es más alta.
Hay casos en los que la enfermedad en algunas mujeres mejora durante el embarazo, pero llegado el momento del parto, cualquier forma de artritis que afecte las caderas puede hacer que el parto vaginal sea más difícil. Es por ello que es muy importante que desde la planificación, el embarazo y también en el parto exista un estrecho seguimiento con el reumatólogo, obstetra y todo el equipo multidisciplinar.
Las huellas que haya dejado la espondilitis en tu columna vertebral pueden hacer que la epidural no sea lo más aconsejable, por lo que antes de que llegue la fecha prevista, habrás de haber hablado de este tema con el anestesista y el ginecólogo. SI la epidural está desaconsejada, podría plantearse parto por cesárea con anestesia general, según indicaciones del especialista.
No dejes de formular a los profesionales sanitarios que cuidan de tu embarazo todas las dudas que surjan, todo aquello que te preocupe.
Puede que tu condición médica sea considerada de riesgo por tu obstetra (ginecólogo), y esto lejos de preocuparte debe indicar que estarás muy vigilada y controlada por profesionales sanitarios. No dejes de cerciorarte de que todos los profesionales que atenderán tu parto saben que padeces espondilitis anquilosante: anestesiólogo, matrona, obstetra, todos deberán ser informados de la medicación que tomas y lo que conlleva la enfermedad.
El postparto puede no ser fácil para muchas mujeres. Todas las madres saben lo duras que pueden ser las primeras semanas de crianza.
Si padeces espondilitis anquilosante vigila mucho los síntomas porque puede que afrontes en estos días un empeoramiento. Las hormonas del embarazo que en ocasiones producen una mejoría en la enfermedad, ahora van desapareciendo y puede que los síntomas se sumen al postparto común haciéndolo más difícil. Hoy en día es posible controlar estos síntomas si te mantienes en seguimiento estrecho con tu reumatólogo. El seguimiento con el reumatólogo es fundamental para evitar un brote.
Necesitarás ayuda de toda tu red de apoyo (familia, pareja, amigos), no dudes en delegar tareas. Esa sensación de culpabilidad es frecuente en las madres sin espondilitis anquilosante, así que intenta no dejarte arrastrar por pensamientos negativos. Pedir ayuda y delegar en personas que te quieren no te convierte en peor madre. La mejor madre para tu hijo o tu hija eres tú.
Dar el pecho o dar biberón al recién nacido es una elección de cada mujer. Ambas opciones son buenas y en el caso de la madre con espondilitis anquilosante sólo debes tomar en consideración dos cosas a la hora de elegir una u otra: qué deseas hacer, y qué medicación puedes tomar para tu espondilitis anquilosante en uno y otro caso. En el caso de que decidas optar por la lactancia materna, debes hablar con tu reumatólogo y el pediatra de tu hijo para examinar qué fármacos son idóneos para tratar tu espondilitis anquilosante y evitar que la medicación pueda pasar a través de la leche materna o pueda reducir la producción de leche.
Las ventajas de amamantar son enormes y sólo debes confiar en tu capacidad y la de tus órganos para poder hacerlo. Déjate aconsejar no sólo por las amigas o las otras madres, sino por matronas y profesionales sanitarios que están ahí para ayudarte. La lactancia materna en los primeros meses garantiza la digestión óptima para tu bebé, y además beneficios para su sistema inmunológico y para su bienestar. Las dificultades que puedas encontrar no son diferentes de las que cualquier otra madre pueda tener al acometer la lactancia materna.
Por otro lado, las leches maternizadas hoy día también son de gran calidad, garantizan una eficaz alimentación para tu hijo y tienen la ventaja de que te permitirán compartir las tomas nocturnas con tu pareja, lo que te ayudará a descansar. Ninguna mujer debería sentirse mejor o peor madre que otras por elegir lactancia natural o artificial, pero muchas veces los mensajes que recibimos de nuestro entorno hacen que muchas madres se sientan juzgadas. Nadie debería permitir tal cosa y menos en el caso de mujeres con patologías tan complejas como la espondilitis anquilosante.
El cansancio asociado a la crianza, la lactancia materna, los cambios físicos, la asunción del rol de “madre” de forma intensa tras dar a luz, todo ello contribuye a que recuperar las relaciones sexuales sea difícil para todas las mujeres tras el parto, tengan o no espondilitis anquilosante.
Sin embargo, algunos fármacos indicados para la espondilitis anquilosante pueden tener repercusiones en el deseo sexual, y el posparto puede intensificar además los síntomas de la enfermedad. Habla con tu reumatólogo si crees que todos estos factores están afectando negativamente a tu relación de pareja y revisa con él la medicación. No se trata de elegir entre medicación y sexo, sino de ajustar dosis y elegir los medicamentos hasta que tu vida se normalice.
Tampoco te sientas culpable si no te apetece tener sexo en las primeras semanas tras dar a luz. Date tiempo, daros tiempo, y comparte tus sentimientos con tu pareja.
Si quieres algunos consejos y recomendaciones, puedes descárgate una guía sobre: Relaciones de Pareja.