Cada trimestre tiene sus peculiaridades y cuidados específicos, y las revisiones periódicas permiten saber que, en cada fase, todo va bien.
Con la adecuada medicación y un seguimiento de tus síntomas para mantener la enfermedad controlada, tu embarazo no debe de ser diferente al de otras mujeres. En las revisiones periódicas no olvides incluir a tu especialista en reumatología.
Algunas mujeres notan que sus síntomas se vuelven más leves o incluso desaparecen durante el embarazo, aunque la mayor parte necesita tratamiento para evitar brotes durante o después de la gestación. Afortunadamente, existen tratamientos para controlar tu enfermedad que son compatibles con el embarazo y también con la lactancia.
Como sabes, en las próximas 40 semanas son cruciales, y cada periodo en que se divide el embarazo (primer, segundo y tercer trimestre) tiene sus cuidados específicos y calendario de consultas.
Dado que tu embarazo podrá ser considerado de riesgo (¡no te asustes!) por la presencia de la enfermedad y de tratamiento adecuado, piensa que las revisiones pueden ser más frecuentes o involucrar a un equipo médico más extenso de lo habitual.
Tu equipo médico estará formado por:
- Tu médico de cabecera o de familia
- Tu especialista en reumatología
- Tu especialista en ginecología
- Tu farmacéutico o farmacéutica
- Tu profesional de enfermería
- Tu matrona
Presta atención a todos ellos, a las citas que te propongan y no dudes en consultarles cuantas dudas te surjan en este periodo. Recuerda que deberás informar a todos ellos de los cambios en la medicación que te haya pautado tu reumatólogo o reumatóloga, para que estén al tanto en caso de que haya que ajustar aquella medicación relacionada con otras patologías.
Muy importante: Estate atenta a cualquier cambio en tus síntomas y coméntalos con tu médico (de cabecera, reumatología, ginecología) lo antes posible para garantizar que la enfermedad se mantiene bajo control durante todo el embarazo.
No olvides pedir cita con tu reumatólogo o reumatóloga con la misma frecuencia con la que vas a ir a revisiones ginecológicas. Y por supuesto: si tus síntomas empeoran, solicita una visita no programada a tu especialista en reumatología.
En algunas mujeres los síntomas pueden no variar o incluso empeorar, especialmente si los síntomas fueron mal controlados antes del embarazo o si dejaron de tomar su medicación por decisión propia sin que el reumatólogo se lo hubiera indicado. Por ello, es muy importante no realizar ningún cambio de medicación sin consultar al médico responsable.
Tener un brote durante el embarazo puede producir complicaciones, como el parto prematuro o el bajo peso del bebé.
Además, numerosos fármacos utilizados frecuentemente para combatir la artritis, la espondiloartritis y la artritis psoriásica son incompatibles con el embarazo por su carácter teratogénico, como por ejemplo el Metotrexato.
Afortunadamente, hoy existen alternativas terapéuticas eficaces que logran controlar la enfermedad sin que puedan traspasar la barrera placentaria: consulta con tu especialista en reumatología cuáles son estas alternativas y cuáles son las mejores para cada fase del embarazo.
Todo aquello que te ayude a sentirte mejor, a compensar las ligeras molestias que puedas tener, a reducir tu nivel de estrés o simplemente que redunde en tu bienestar, es bienvenido siempre que no perjudique tu salud ni la de tu hijo o hija.
Existen algunas terapias complementarias y deportes adaptados a mujeres embarazadas que pueden ayudarte a sentirte mejor: yoga, masajes, pilates, deportes acuáticos, manejo del estrés... Pregunta al personal sanitario que realiza el seguimiento de tu embarazo y de tu enfermedad acerca de qué es lo que te puede venir mejor.
Alguna de estas terapias puede ser más conveniente que otra, según el trimestre en que te encuentres y tu estado general de salud. Si necesitaras ayuda de un especialista en psicología o en fisioterapia para ayudarte en el proceso no descartes ir a verle, toda ayuda es buena.
En general, las vacunas que se utilizan en la gestación no están contraindicadas por tu enfermedad ni por los tratamientos que recibas. De todos modos, pregunta siempre a tu equipo médico qué vacunas están desaconsejadas en tu estado. Si fuera posible, intenta actualizar tu calendario de vacunación antes de quedarte embarazada para evitar este problema.
Algunos viajes pueden conllevar la utilización de vacunas y, de nuevo, deberás consultar a tu equipo médico la oportunidad tanto de la vacunación como del viaje en sí.
Dada la importancia de mantener tu enfermedad controlada, es posible que te encuentres en la necesidad de viajar con medicación que debe mantenerse en condiciones de temperatura concretas.
Desde aquí puedes descargar un pasaporte ideado por UCB Cares para facilitar la identificación y conservación de los medicamentos que puedas necesitar durante tu desplazamiento.
El manual médico de la IATA (International Air Transport Association, que regula los estándares mundiales aplicables en el transporte aéreo), actualizado en febrero de 2018, señala que las mujeres con embarazos no múltiples y sin complicaciones podrán volar sin autorización médica hasta la semana 36 de embarazo. Sin embargo, cada compañía aérea puede tener sus propias restricciones, por lo que te recomendamos que consultes con tu compañía antes de volar.
En las clases de preparación al parto, ya habrás tenido ocasión de conocer distintos aspectos de este proceso natural que, sin embargo, en las mujeres no está exento de complicaciones emocionales y físicas de todo tipo. Evita los relatos tremendistas que sólo suponen una mínima parte de los datos, y vive este momento con fuerza, optimismo y con la atención que merece.
En esas mismas clases, que suelen ser impartidas por matronas, habrás podido comentar tus dudas sobre la enfermedad y cómo la enfermedad reumática puede afectar al momento del parto. No hay razón por la que las mujeres con enfermedades reumáticas inflamatorias no puedan dar a luz mediante parto vaginal. Pero, si tienes afectada la espalda y/o tus caderas, el parto puede resultar más difícil y se puede optar por una cesárea programada. Es algo que siempre será valorado por el personal sanitario que te atiende.
Pueden valorarse distintas posiciones para dar a luz, así como el uso de anestesia epidural, siempre que lo aconseje tu anestesista.
Nuevamente, la planificación será tu gran aliada para que el nacimiento de tu bebé discurra como tú quieres: como un momento realmente único.
No interrumpas tu medicación sin consultarlo con tu médico. Si fuera clínicamente necesario, hay opciones de tratamiento compatibles con esta etapa.
Visita regularmente a los profesionales de la salud que siguen tu enfermedad y no dudes consultar si notas cambios en tus síntomas.
Cumple con todos los controles necesarios durante el embarazo de acuerdo con las indicaciones de tu ginecólogo/a.
Habla con tu ginecólogo acerca de tus planes de cómo dar a luz y de tu deseo de dar el pecho, siempre manteniéndole informado acerca de la actividad de tu enfermedad y de la medicanción que recibes.
Lieva un estilo de vida saludable.
Siempre en función de tus necesidades, trata de compensar tus periodos de actividad con periodos de descanso.
Es conveniente que lleves un ritmo de vida activo (lo más normal posible) a no ser que tu personal médico te aconseje lo contrario.
Apúntate a un curso de preparación al parto.
Infórmate acerca de accesorios que faciliten tu vida diaria (casa, vehículo ...).