Hace unos días tuvimos la oportunidad de ver a María Jesús Navarro, “Maje”, en este vídeo del diario Marca. Historias como la suya son inspiradoras porque narran en primera persona las distintas fases por las que podemos pasar cualquiera de nosotros ante un diagnóstico de artritis. A Maje, como ella misma cuenta, la artritis reumatoide la sorprendió con 18 años. Aquella joven atleta dejó de correr y el mundo se le vino encima cuando le dijeron que la enfermedad avanzaría hasta dejarla en una silla de ruedas. “Me dolía hasta el roce de las sábanas”, cuenta Maje al recordar cómo tenía que dormir en pie porque apoyarse en el colchón era también doloroso. “Pensé que no iba a volver a correr y que iba a depender siempre de alguien”. En esas situaciones, es difícil sobreponerse a pensamientos catastrofistas, como hemos comentado ya en este otro post.
Así pasaron varios años en los que Maje tuvo que aprender a manejarse en la vida cotidiana, con mil trucos que enseña ahora a quienes están atravesando las mismas dificultades por las que ella pasó al principio.
Tuvo la suerte de encontrar a un fisioterapeuta que se tomó su caso como algo personal. “Le conté lo que había pasado y me dijo que mientras él estuviera no me iba a faltar fisio”. Le explicó que esta enfermedad hay que tratarla de forma precoz “porque el tiempo corre en contra tuya”, explica: “Él era la primera persona en 9 años que me dijo que no me quedaría en una silla de ruedas”. Hoy día, tener la enfermedad controlada de la mano de especialistas en reumatología y con un tratamiento adecuado garantizan un buen pronóstico e incluso tener hijos con normalidad, pero entonces no era tan fácil.
Dos años después, Maje empezó a andar bien de nuevo. Por el camino, había tenido que aprender a subir las escaleras a gatas, a coger los platos con las muñecas y alimentarse valiéndose de una pajita o de cucharas especiales como las que hay para los bebés. “No podía ni masticar del dolor de mandíbula”, añade esta mujer que ahora es una de las ultrafondistas más importantes de España.
En su vida hay mucha gente a la que agradece haber llegado a este momento dulce, en el que es una paciente, pero sobre todo es atleta y madre de dos niños. Tiene un especial recuerdo para Josele Ferré, padre de una niña, María, que nació con una enfermedad muy cruel, muy rara y muy poco conocida: el síndrome de Rett: “Él me enseñó que no había problemas, que lo que realmente existe es cómo nos lo tomamos nosotros, y a partir de ahí, todo empezó a cambiar”.
Cambios drásticos, en la alimentación, por ejemplo, y también decisiones como no permanecer en la cama más de 24 horas seguidas: “Esté como esté, debo ser capaz de vestirme, dar aunque sea una vuelta a la manzana y volver”. Así empezó de nuevo a correr, primero dos kilómetros, luego diez, luego 15, hasta llegar a la media maratón y luego, los 50 y los 100 kilómetros de carreras de ultrafondo. “Hay un momento a partir del cual consigues que la mente se evada, y ya no hay dolor”, explica Maje, para quien la preparación psicológica es tan importante o más que la física a la hora de afrontar estos retos deportivos.
Ahora es feliz y afirma tenerlo “todo”, y disfrutando de la compañía y el amor de sus dos hijos y, por supuesto, del atletismo, disciplina en la que sigue proponiéndose nuevos retos. ¿Cuál es el tuyo?