Gracias a los avances en diagnóstico precoz y en tratamientos biológicos, una enfermedad con sus distintas manifestaciones como es la artritis puede llegar a la remisión. ¿Es una curación?
No exactamente. Se trata de lograr la desaparición casi completa de los síntomas, se trata de vivir prácticamente como si no tuvieras la enfermedad, de que las secuelas sean mínimas y a largo plazo. Se trata de tener una calidad de vida no ya aceptable, sino buena. Incluso existe la posibilidad de que, al diagnosticar la enfermedad, el paciente haya mejorado en sus hábitos de vida hasta el punto de encontrarse perfectamente y una percepción del propio estado de salud mucho más positiva que antes de estar en tratamiento. Es posible que la remisión permita reducir o eliminar el tratamiento, pero eso sólo sucede aproximadamente a entre el 10 y el 20 por ciento de los pacientes.
Síntomas confusos
Sin embargo, no sucede en todos los casos. A veces, un diagnóstico puede tardar en llegar. La atritis, la artritis psoriásica, la espondiloartritis axial, pueden enredarnos dado que presentan no sólo síntomas en las articulaciones que pueden confundirse con los de otras enfermedades, sino con otro tipo de trastornos relacionados con la piel, el aparato genitourinario, problemas gastrointestinales, cardiovasculares…
La coincidencia en el tiempo de dolor de espalda, fiebre y molestias en los ojos, por ejemplo, pueden ser manifestaciones sistémicas que debemos considerar juntas, y más si hay antecedentes familiares de algún tipo de artritis. Cuando visites al médico, no dejes de señalar cualquier circunstancia que quizá no te parezca relacionada con el dolor de espalda o de rodilla que te lleva a la consulta.