ESPONDILITIS Y SEXUALIDAD: EL RETO DE NO PERMITIR QUE EL DOLOR CAMBIE TUS PLANES

Una de las cosas que más llaman la atención sobre cualquier enfermedad reumática es que, hasta hace poco, no se preguntaba en absoluto a los pacientes sobre su bienestar afectivo y sexual. Siendo la pareja uno de los principales soportes y apoyos de pacientes de ambos sexos, y teniendo la sexualidad tanta relevancia para el bienestar de pacientes y no pacientes, sorprende que este tema haya quedado fuera de los cuestionarios habituales. Como se indica al comienzo el folleto que puedes ver en nuestra sección de Recursos, los pacientes se quejan de que esos cuestionarios nunca pregunten por su bienestar sexual y sí por si pueden coger un tarro de azúcar de un estante alto.

Aunque la artritis per se no tiene por qué mermar tu habilidad para tener relaciones sexuales satisfactorias, es cierto que el dolor, la sensación de discapacidad o el miedo pueden dar lugar a dificultades que se agraven por no hablar de ellas. Aquí hemos de recomendar el reciente post sobre la importancia del diálogo a la hora de afrontar enfermedades reumáticas: debemos saber comunicar con la pareja de forma abierta y afectuosa de forma que ambos podamos saber las necesidades y aspiraciones del otro, y también sus dificultades y miedos.

Marta es una joven paciente de espondiloartritis que nos explica cómo logra que el dolor no mande en su agenda. “Mi novio y yo vivimos juntos desde hace año y medio, pero, hasta hace muy poco, mis viajes de trabajo y sus guardias nos obligaban a coincidir en horarios complicados”, explica. Tuvieron que elaborar un cuadrante para planificar sus encuentros: “Era hasta divertido”, añade, “porque además de que cierta planificación siempre ayuda, aportaba cierto morbo a la relación, como si no viviéramos juntos y nuestros encuentros fueran algo prohibido, furtivo”.

La fantasía, la imaginación, el diálogo, son herramientas que guardamos en el órgano sexual más potente que existe: nuestro cerebro. “Si logras reducir la ansiedad que te provoca el miedo a que el dolor no te deje comportarte en la cama con naturalidad, todo va mucho más fácil”, asegura Marta. Según explica, el silencio, el miedo a no satisfacer las expectativas del otro, o a que un brote le hiciera sentir realmente enferma, eran al principio un verdadero infierno. “El miedo es un potente enemigo”, afirma, “pero cuando le haces frente con franqueza y sinceridad, se esfuma”. Y cuando el miedo cede espacio, el placer lo recupera.

Un buen tratamiento también ayuda a mantener la enfermedad a raya, y confiar en el equipo médico que te atiende ayuda a comprender mejor cuáles son tus necesidades (de sueño, de descanso, de alimentación, de ejercicio) y a expresarlas con asertividad y sin culpabilizar ni culpabilizarte.

Aun así, la mitad de las mujeres con enfermedades reumáticas afirma no poder llevar una vida sexual satisfactoria, y 3 de cada 4 asegura que el diagnóstico afectó a su planificación familiar. Son problemas que tienen solución pero que, muchas veces, ni siquiera se plantean en la consulta del reumatólogo.