Hemos tenido la ocasión de asistir al video chat con Laly Alcalde, directora de Conartritis y paciente de artritis reumatoide desde hace más de 20 años. Su charla trató de la incidencia de la artritis en personas que están en edad laboral. De hecho, aunque la enfermedad puede diagnosticarse a partir de los 16 años, lo normal es que el diagnóstico llegue sobre los 30, y más frecuentemente, entre los 40 y los 60 años. Esto es: en plena edad laboral.
Trabajar es fundamental para las personas con artritis. No sólo por cuestiones económicas, sino también por lo que supone para la situación social y emocional de la persona. Cuando trabajamos fuera del hogar nos relacionamos más, con más gente, nos sentimos útiles y valorados, y dejar de trabajar reduce esa interacción hasta llegar a aislar al enfermo si no tiene apoyo social suficiente. En los últimos años, ha habido cambios sustanciales en los tratamientos y ahora es mucho más fácil seguir en activo. Ayudan muchísimo y logran lo que antes era impensable.
La artritis afecta a todos los aspectos de la vida y por lo tanto, también al profesional. Una persona con artritis encuentra mucho más difícil ir a trabajar por la mañana, que es cuando tiene más rigidez en las articulaciones, y para ella, arreglarse y ponerse en marcha puede ser una dificultad añadida.
Además, según explicaba la directora de Conartritis, “algunas personas se sienten tan culpables cuando le diagnostican artritis que, antes de que los despidan o de que les cambien el puesto de trabajo, se despiden ellos. Antes de que nadie les diga nada, se retiran”. El miedo a no cumplir las expectativas o la incomprensión en el puesto de trabajo pueden producir esa salida del mercado laboral de personas perfectamente válidas. Para Laly Alcaide, es importante que en la empresa conozcan las particularidades de esta enfermedad: “Un entorno agradable, que tus compañeros conozcan la enfermedad, que no te sientas culpable… son fundamentales, porque como enfermo de artritis, a veces las trabas te las pones tú”.
Un estudio de Conartritis elaborado en 2015 mostraba que el 97% de las personas con artritis consideraba que la enfermedad limitaba sus perspectivas laborales, mientras que dos de cada tres pacientes eran pesimistas y creían que su situación laboral empeoraría en los siguientes cinco años. “Es importante que conozcan la enfermedad en tu empresa, porque es el desconocimiento lo que más te puede perjudicar”, explica Alcaide.
Esto sucede no sólo en puestos de trabajo con gran carga física, sino en aquellos que parecen no tenerla pero que, para una persona con un brote, pueden ser muy difíciles de desarrollar. Imaginemos una profesora que tiene que escribir en la pizarra o cargar con libros o con un proyector de un aula a otra: eso supone un esfuerzo físico importante y las limitaciones a veces pueden hacer muy difíciles cosas sencillas, como abrir una botella o coger un vaso. “Además”, añade Laly Alcaide, “muchos trabajos se hacen con las manos, donde la artritis reumatoide puede hacer más daño”.